En Arauca la destrucción le está ganando a la belleza de su territorio
Aunque el hecho de ser un lugar mágico trae sus consecuencias, como que todo el mundo quiera aprovechar lo que la tierra fértil provee.
En otras palabras, territorio con yacimientos de petróleo, rico en minerales y nutrientes que llaman la atención de poderosas transnacionales.
La década de 1980 es un claro ejemplo del desarrollo ‘a medias’ de Arauca, pues a pesar del ‘boom’ petrolero, la verdad es que desde entonces mientras los campesinos cocinan con leña, las teas de gas de los pozos petroleros están ardiendo.
Más que una comida a punta de leña…
Pero, cocinar con leña es lo de menos, al mirar con una perspectiva más amplia, se encuentran los impactos de un conflicto ambiental, de la explotación petrolera y del transporte de esta sustancia que tiene un viaje largo «desde el oriente del país hasta el occidente en la Costa Caribe», explica Alejandro Pulido expositor de este tema e integrante del Instituto Nacional Sindical.
En el conflicto ambiental se debe partir de la premisa de «que toda intervención antrópica trae un efecto sobre los ecosistemas», que en palabras comunes significa que cualquier acción que haga el hombre tiene una consecuencia para la naturaleza.
Daniel Castillo, biólogo de la universidad El Bosque, explica que extraer petróleo tiene un impacto «bastante fuerte» porque después de la exploración viene la limpieza de la zona que significa la tala de los bosques para poder hacer las perforaciones y, como consecuencia, afecta «no sólo a la vegetación sino también a la fauna y se generan los primeros desequilibrios».
El otro impacto negativo es la no controlada explotación petrolera. Desde Presidencia se asegura que «Colombia podría duplicar su producción de petróleo en 2015 al llegar al millón 400 mil barriles diarios, teniendo en cuenta que al cierre de marzo la producción fue de 763 mil barriles (…) el incremento (se debe a) los nuevos hallazgos de pozos en el Oriente colombiano».
Por su parte, en el diario económico Portafolio, el decano de Economía de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, mencionó que «el aumento de la participación de la inversión en petróleo, hidrocarburos y minería en detrimento del resto de sectores refleja un cambio estructural».
Alejandro Pulido, agrega en su texto «La operación de Respol YPF en Colombia» que las compañías negocian con los campesinos por medio de «contratos de arrendamiento de tierras, que en muchos casos son insuficientes, al dejar al campesino sin oportunidad de exigir reparos por los daños causados por la sísmica, que genera el deterioro estructural de las edificaciones, el movimiento de taludes y la desaparición de corrientes de agua».
Si olvidar los casos de intimidaciones que ponen al campesino entre la espada y la pared al tener que escoger entre un precio irrisorio de su tierra o el peligro de perderla sin obtener ningún beneficio «al ser expropiados con unas indemnizaciones mínimas».
El problema no para ahí, porque transportar el crudo que se dirige a Estados Unidos y Europa tiene un trayecto largo antes de llegar a la costa donde es cargado en buques-tanque. El oleoducto es el conducto constituido por una tubería que sale de Arauca, pasa por Norte de Santander, Valledupar, Atlántico, Bolívar hasta llegar finalmente a Sucre donde es embarcado en Coveñas.
Durante el recorrido que según Alejandro Pulido, vinculado al Instituto Nacional Sindical y conocedor del tema, tiene 800 km, se corre el riesgo de derrames y Colombia no conoce con claridad su afectación; sin contar con las obras que se realizaron para poder llevar la tubería de un extremo a otro.
«La construcción de este oleoducto implica el movimiento de grandes masas de tierra, la destrucción de las selvas por donde pasaba el trazo del tubo», señala Alejandro Pulido. Algo así como que estos tubos, aunque vayan por debajo de la tierra o por encima, deben atravesar cualquier ‘obstáculo’.
Destrucción del ambiente acaba la seguridad alimentaria
Con la construcción de todos los oleoductos, la fauna y flora que se perdió se ve reflejada en la inseguridad alimentaria que los campesinos tienen que lidiar día a día.
Por ejemplo, se denuncia que la Red de Seguridad Alimentaria (ReSA) invierte para brindar algunos pollos y cerdos, pero no para el ganado vacuno y la pesca que son los componentes más importantes de la economía de la región.
A pesar de las condiciones de vida que se les imponen a los campesinos araucanos, ellos han ido implementado varios proyectos que buscan proveer a la comunidad de alimentos fundamentales en su dieta.
Unos años atrás, las integrantes de la Cooperativa de Mujer Araquiteñas (COTAMA) crearon con el apoyo económico de las Alcaldías, un espacio donde trabajaban la pesca productiva, galpones y cultivos de maíz y hortalizas; pero en el cambio de mandato la financiación se quedo en palabras.
Pero esto no es lo único que se queda sólo en el papel, pues la administración del departamento cuenta con 28.000 millones de pesos para ampliar acueductos y otras soluciones alternas para el suministro de agua potable en el área rural. Sin embargo, los pollos se siguen enfermando porque el agua que beben está contaminada.
Por su parte, la Asociación de Campesinos de Arauca (ACA) sostiene que «consumir alimentos con químicos, genera desequilibrios y malformaciones en el ser humano»; por eso ha implementado cultivos sin químicos y con una buena cantidad de abonos orgánicos.
El único problema no son las malformaciones, el biólogo Daniel Castillo explica que el «uso de fertilizantes, fungicidas, plaguicidas y todo este tipo de químicos deterioran el suelo y lo vuelven cada vez mas infértil. Además estas sustancias, con ayuda de las lluvias, poco a poco se van desplazando y finalmente llegan a los ríos y se contamina el agua, que muy seguramente es usada para el consumo humano».
Para entender mejor la situación que viven los campesinos, Pablo Enrique, un habitante de la región dice: «¿Cuándo entenderán (el Gobierno) que no necesitamos (los campesinos) que nos den limosnas ni mercaditos, ni pollos sueltos? Lo único que necesitamos es que nos dejen trabajar, que nos dejen producir por nuestra cuenta».
Solución: uso sostenible
Una de las conclusiones que arrojan los vistazos a Arauca, en medio del desarrollo de las petroleras como Oxy y Repsol y de grandes empresas que cultivan la tierra con tecnología de última, es que el desarrollo de la región se ha hecho de manera incorrecta.
Cuando no hay leyes claras o no se hacen cumplir a cabalidad, se presentan grandes daños a la tierra y se permite el silenciamiento de las voces de los líderes de quienes afirmaban no estar de acuerdo con lo laxo que ha sido el Gobierno con respecto a las acciones que las transnacionales emprendieron en la región.
El biólogo consultado por Humanidad Vigente, finaliza sus argumentos comentando que la economía del país es más importante que intentar un equilibrio de los ecosistemas «y es por eso que no se puede llegar al extremo de decir no exploten el petróleo» sino probar estrategias más adecuadas para la explotación del crudo y que se adopten técnicas como los policultivos; todo esto en el marco de la legalidad y el respeto de los derechos de los campesinos y su entorno.
Cuando se exige un cumplimiento de las leyes y los derechos, simplemente se quiere dar a entender que las masacres de líderes campesinos, los pactos entre paramilitares y Alcaldes de la región y darle más importancia a las multinacionales que a los campesinos deben ser actos del pasado para obtener un equilibrio real.
La memoria histórica es un buen ejercicio para entender el contexo de Arauca. Por ejemplo, el 5 de agosto de 2004 Héctor Alirio Martínez, Jorge Eduardo Prieto y Leonel Goyeneche, líderes de la región, fueron asesinados por el Ejército en el municipio de Saravena, en la vereda de Caño Seco.
En marzo de 2003 un ex sargento del Ejército Nacional que se convirtió en jefe paramilitar confesó en una audiencia de Justicia y Paz haber matado a 7 personas y violar a dos mujeres de la vereda Caracoles del municipio de Arauca, masacre de La Cabuya.
O las acciones de Alcaldes casanareños que afectaron directamente a Arauca por su cercanía. En el 2003 los dirigentes de los municipios Tauramena, Aguazul, Maní, Villanueva, Monterey y Sabanalarga, firmaron un acuerdo con paramilitares para entregarles el 50 % del presupuesto municipal y un 10% de la contratación.
No sólo los intereses económicos y políticos han acabado con las vidas de seres humanos, también con partes muy importantes del ecosistema. La laguna Lipa después de ser declarada de reserva forestal, luego santuario de fauna y flora fue por coincidencia foco de explotaciones petroleras, más tarde cuando el Inderena retiró dichos conceptos de la zona.
Esto ha generado un impacto maligno en los animales y plantas que habían hecho meritorio el nombramiento de la zona como de «reserva forestal». Los planes de la Occidental Petroleum Inc, encargada de las explotaciones en el área de la laguna, no contemplaron «la Modificación Biótica del Ambiente y las Alteraciones y repercusiones sociocultares», según Alejandro Pulido en su artículo de La operación de Repsol YPF en Colombia.
En otras palabras, se comprobó que el agua de la laguna tenía sustancias tóxicas que afectan el ecosistema y «la migración reproductiva y alimenticia de varias especies acuáticas significando su desaparición paulatina; también se cuenta la emanación de vapores cuyos efectos sobre los ecosistemas locales no son estimados», finaliza el artículo La operación de Repsol YPF en Colombia.
Con este pequeño panorama se puede concluir que se debe implementar una soberanía de los recursos y un modelo energético que sea planteado por los campesinos y líderes de la región y no por las multinacionales que buscan favorecer únicamente su capital.
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