Protección y bienestar integral para las niñas y mujeres rurales
Comunicado Público
Protección y bienestar integral para las niñas y mujeres rurales
Bogotá, marzo 8 de 2012
En esta jornada de conmemoración del Día Internacional de la Mujer, Humanidad Vigente y el proyecto Aporte a la Protección de las Niñas Víctimas del Conflicto Armado en Colombia, exaltan la contribución que las mujeres y niñas rurales hacen desde sus saberes y regiones a la construcción de la paz en el país, aún en medio de las dificultades que azotan las zonas rurales en pugna entre grupos armados legales e ilegales y del recrudecimiento del conflicto armado generado por la extracción de recursos naturales o por el control del narcotráfico.
Las mujeres y niñas campesinas, indígenas y afrocolombianas representan el 85% de la población sobreviviente del conflicto armado y el 80% de las víctimas de desplazamiento forzado#, y a pesar de esto, han respondido con admirable capacidad para superar las adversidades y transformar su destino y el de sus comunidades en medio de un contexto de guerra.
Ellas desde un constante ejercicio de resistencia y lucha, se han encargado de combatir la pobreza en sus comunidades, de proteger a los niños y niñas, de mantener los lazos de unidad y tejido social que les permitan permanecer en sus territorios rurales. En regiones como Arauca, el Magdalena Medio y el Catatumbo le han dado un importante impulso al movimiento social y a la defensa de los derechos humanos.
Históricamente las mujeres en todo el mundo han aportado al respeto y cuidado de la vida y la dignidad de la mujer y la niñez, como el caso de las parteras afrocolombianas de Tumaco quienes con la preservación de saberes ancestrales, trabajan por el cuidado y atención de las mujeres más empobrecidas y se han legitimado como formadoras de los niños y las niñas que todos los días ven nacer.
Estas labores las han asumido en medio de la discriminación, estigmatización, falta de oportunidades, inequidad, débil acceso a la educación y a la justicia, condiciones que han configurado un escenario de violencia basada en género, que se fortalece con la permanencia de creencias y prácticas que naturalizan la superioridad del hombre, frente a condiciones de sumisión de las mujeres, violencia que en situación de conflicto armado se exacerba mediante la militarización de la vida cotidiana, tanto de las mujeres, como de sus comunidades.
Además, el conflicto armado atraviesa los cuerpos de mujeres y niñas que son usados como botín de guerra por parte de los diferentes grupos armados, no solamente ejerciendo violencia sexual sobre ellas, sino vulnerando sus derechos sexuales y reproductivos, y al desarrollo de un proyecto de vida digno.
Hoy, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer luchadora y trabajadora, más que un día en el que se regalen flores, hacemos un llamado de respaldo permanente a la lucha que las mujeres y niñas rurales realizan desde el día a día, para que se den los avances necesarios en la legislación, las políticas y las acciones, a nivel nacional y regional, que las promuevan, protejan y velen por el bienestar integral de ellas.
Igualmente, exhortamos a las autoridades a tomar medidas frente a la invisibilización y la impunidad generalizada que existe frente a los crímenes sexuales en el marco del conflicto armado, y a revisar de una manera participativa, junto a las mujeres y niñas, los mecanismos de denuncia y protección de la violencia contra la mujer en medio de sus territorios que hoy no gozan de credibilidad ni efectividad.
Finalmente, instamos a los medios de comunicación y a la sociedad en general a recordar que el 8 de marzo es una fecha que debemos convertir en un ejercicio permanente de memoria histórica, y que nos recuerda las luchas de mujeres de distintas partes del mundo que decidieron alzar la voz y unir sus fuerzas para reivindicar sus derechos.
¡En el campo y en la ciudad menos flores y chocolates, más respeto, garantías y libertades!