El mundo, en manos de sus adolescentes
De los 7.300 millones de personas que viven en la Tierra, 1.800 millones tienen entre 10 y 24 años.
Aunque esto puede generar estrés a los gobiernos, pues el panorama obliga a que se destinen mayores recursos a la educación, la salud y las oportunidades, según el informe Estado de la población mundial 2014 que presentará hoy el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el efecto catalizador en el crecimiento económico y el desarrollo social que podría significar un número grande de personas jóvenes en edad productiva, educadas, saludables y con capacidades es enorme y generaría una «ventana de oportunidades» que cada país debe aprovechar al máximo.
El informe analiza la situación mundial de la población joven, de la cual 500 millones (28%) sobrevive con menos de US$2 al día, y hace recomendaciones sobre las políticas que los países deben adelantar para garantizar sus derechos a la educación, la salud, el empleo digno y la participación en las decisiones que afectan sus vidas.
«La inversión en los adolescentes es una de las inversiones más acertadas que puede efectuar un país. Al disponer de servicios de salud, educación y oportunidades, los adolescentes estarán en condiciones de ayudar a romper el círculo de la pobreza. Sin embargo, hasta el momento, en las agendas de desarrollo internacionales, los adolescentes no están del todo presentes», dice el documento.
La situación actual de los jóvenes del mundo devela su estado de vulnerabilidad: la mayoría de los jóvenes viven en países pobres, hasta un 60% de los jóvenes en los países en desarrollo no tienen trabajo ni van a la escuela, cerca de 70.000 adolescentes mueren cada año (200 al día) como consecuencia de un embarazo temprano y de un pobre acceso al ejercicio de sus derechos, y una de cada tres adolescentes está casada antes de los 18 años en los países subdesarrollados, muchas de ellas de manera forzada, lo que compromete su desarrollo personal. Para las Naciones Unidas, la falta de trabajo significativo para los jóvenes está dando origen a una frustración que, en algunos casos, ha azuzado el malestar social y acusado la migración no controlada.
«El surgimiento de una gran población joven de dimensiones sin precedentes puede tener efectos profundos en cualquier país. Que esos efectos sean positivos o negativos dependerá en gran medida de la idoneidad de la respuesta de los gobiernos a las necesidades de los jóvenes y de su capacidad para permitirles participar plena y significativamente en los asuntos cívicos y económicos. Los gobiernos pueden elegir si prefieren ver el número creciente de jóvenes como un pasivo, un grupo de edad que impondrá exigencias sobre los limitados recursos, o como una oportunidad», recomienda el estudio.