Redes sociales al servicio de la guerra: el reclutamiento de la niñez y la juventud a través de medios digitales
En Colombia, la infancia sigue siendo blanco de una de las violencias más atroces del conflicto armado: el reclutamiento, uso y utilización de niñas, niños y jóvenes por parte de grupos armados -legales e ilegales-. Se trata de una práctica sistemática y prohibida por el derecho internacional humanitario. Pero, además, es una forma cruel de despojo que arrebata a la niñez y a la juventud su derecho a crecer, a jugar, a imaginar otros futuros posibles. Es una herida abierta en el cuerpo social que se profundiza año tras año ante la mirada débil o indiferente del Estado.
La Defensoría del Pueblo, en la actualización de su informe sobre reclutamiento de niñas, niños y adolescentes en 2024, informó que para ese periodo hubo 541 menores víctimas de reclutamiento, de las cuales 325 corresponden a niños y adolescentes, y 216 a niñas y adolescentes[1]. Esta desproporción revela la urgencia de analizar los factores estructurales que inciden en la persistencia de esta grave vulneración en zonas como el Pacífico suroccidental, donde confluyen condiciones de pobreza, economías ilegales, fragmentación institucional y disputas armadas.
Frente a la información suministrada por la Defensoría del Pueblo, resulta realmente alarmante que el departamento del Cauca registre la mayor cantidad de casos de reclutamiento de menores, con un total de 360 víctimas. Esta cifra equivale al 66,5 % del total, lo que evidencia una concentración desproporcionada de este hecho victimizante en el territorio[2]. La magnitud del fenómeno en esta región exige una mirada más detallada sobre los factores de riesgo que enfrentan las niñas, niños y jóvenes en el departamento, así como las condiciones que permiten la persistencia de esta grave vulneración de derechos.
A través de un análisis categorial de una matriz de prensa nacional que ha venido realizando Humanidad Vigente, identificamos una tendencia cada vez más marcada en el uso de redes sociales como TikTok, Facebook e Instagram por parte de grupos armados ilegales para captar niñas, niños y jóvenes en condiciones de vulnerabilidad. Estas plataformas, pensadas para el entretenimiento o la socialización, se han convertido en vitrinas donde se exhiben contenidos que glorifican la violencia, romantizan la vida en armas y prometen beneficios engañosos a quienes se suman a sus filas.
Esta nueva modalidad de reclutamiento digital ha sido alertada por distintas voces nacionales e internacionales. Scott Campbell, representante del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia, advirtió públicamente que las redes sociales están siendo utilizadas como herramientas de captación por parte de grupos armados ilegales. A través de estas plataformas se difunden mensajes que prometen lujos, protección y sentido de pertenencia, apelando a los vacíos afectivos, económicos y simbólicos que atraviesan a muchas niñas, niños y jóvenes en los territorios. En varios casos documentados, el contacto inicial se da mediante comentarios o mensajes privados, donde se teje una relación de confianza que termina abriendo la puerta a su vinculación [3]. Campbell informó que ya se han iniciado conversaciones con las empresas propietarias de estas plataformas (TikTok y Meta) para que adopten medidas urgentes y definan políticas de mediano plazo que impidan que estas redes sociales continúen siendo utilizadas como canales para el reclutamiento de niñas, niños y jóvenes en Colombia.
Por esta misma línea, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) en colaboración con la plataforma de comunicación independiente PACIFISTA, realizó una investigación titulada “Los influencers de la guerra: reclutamiento a menores a través de redes sociales”. A través de un perfil falso en TikTok bajo el nombre de “Silvia”, creado en mayo de 2024, se infiltraron aproximadamente por tres meses en esta red para analizar los patrones de captación digital. Como resultado, identificaron 85 cuentas asociadas a grupos armados, de las cuales 28 correspondían a mujeres y 39 a hombres, principalmente vinculados al Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia. También se identificaron cuentas relacionadas con el ELN y el Clan del Golfo[4].
Entre los hallazgos más relevantes se identificó el uso constante de nuevas cuentas para evitar su trazabilidad, así como la implementación de etiquetas (hashtags) que eluden la mención directa del nombre de los grupos armados, con el fin de evadir los controles de las plataformas y aumentar la visibilidad de sus contenidos. La estrategia de estos grupos se enfoca en la creación de videos editados con música popular, lenguaje coloquial y promesas de poder, riqueza y pertenencia, construyendo una narrativa aspiracional orientada a naturalizar el ingreso a la guerra. En total, se analizaron 42 publicaciones, que alcanzaron 98.467 “me gusta”, 6.616 guardados y 1.997 comentarios. De estos, 193 usuarios manifestaron explícitamente su intención de unirse a los grupos armados, lo que evidencia el alto impacto que estos contenidos pueden tener sobre una población joven y vulnerable[5].
Por su parte, el Ministerio de Defensa ha reconocido públicamente la existencia de esta nueva modalidad de captación digital. En abril de 2025, durante una intervención en la Cámara de Representantes, el ministro Pedro Sánchez informó que se estaban investigando 57 cuentas activas en redes sociales presuntamente vinculadas al reclutamiento ilícito de niñas, niños y adolescentes. Según sus declaraciones, de las 319 cuentas reportadas en TikTok al Centro Cibernético Policial de la DIJIN, 217 ya habían sido eliminadas, mientras que las restantes continuaban en proceso de bloqueo o suspensión [6]. Estas acciones, desarrolladas en coordinación con la Fiscalía General de la Nación y la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, reflejan una creciente preocupación institucional frente al fenómeno. Sin embargo, también dejan en evidencia la necesidad urgente de una política pública más robusta, preventiva y sostenida, que no se limite al monitoreo digital, sino que actúe sobre las causas estructurales que hacen posible este tipo de captación.
Ante este alarmante panorama, se evidencia que el reclutamiento, uso y utilización de niñas, niños y jóvenes no cesa, sino que continúa siendo una grave y persistente vulneración de derechos. La Defensoría del Pueblo reportó que entre enero y abril de 2025 ya se han registrado 21 casos, de los cuales 8 corresponden a niños y adolescentes, y 13 a niñas y adolescentes. A esto se suma la alerta emitida por Scott Campbell, representante de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien tras su visita a Tibú y Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander, informó que, durante lo corrido de 2025, la Oficina ha verificado 36 casos de reclutamiento, uso y utilización de menores en la región del Catatumbo, de los cuales el 23 % corresponde a niños, niñas y adolescentes migrantes. Esta cifra a pesar de representar sólo los casos verificados refleja un patrón alarmante de persistencia y expansión de esta forma de violencia.
Además, según información recibida de otras fuentes, la cifra total de casos en Catatumbo podría superar los 70 menores reclutados en lo que va del año, lo que revela la dimensión crítica del fenómeno en esta región. Campbell también señaló que testimonios recogidos en el territorio confirman que las redes sociales continúan siendo un canal activo para el reclutamiento, lo que demuestra que esta modalidad se ha consolidado como una práctica constante en las dinámicas de los actores al margen de la ley en zonas altamente vulnerables[7].
El reclutamiento de niñas, niños y jóvenes no solo representa una de las violaciones más graves a los derechos humanos; es evidente que este hecho victimizante persiste, pero, además, se transforma de manera acelerada, adaptándose a los lenguajes juveniles, a los formatos digitales y a las lógicas de guerra territorial. En los contextos rurales, de frontera y en comunidades étnicas, donde históricamente el Estado ha sido débil o inexistente, las garantías mínimas de protección siguen siendo una deuda estructural. Mientras los grupos armados ilegales ajustan sus estrategias de captación a las plataformas que habitan las y los jóvenes, como: TikTok, Facebook e Instagram, las respuestas institucionales continúan siendo reactivas, dispersas y carentes de un enfoque territorial integral. Esta brecha entre la velocidad de mutación de la violencia y la lentitud del aparato estatal pone en riesgo a las niñas, niños y jóvenes, comprometiendo así la posibilidad real de construir condiciones de no repetición.
La defensa de la niñez y la juventud no puede seguir reducida a declaraciones simbólicas o compromisos de ocasión. Lo que está en juego es la vida, la dignidad y el futuro de miles de niñas, niños y jóvenes que hoy son blanco de estrategias de reclutamiento cada vez más sofisticadas y normalizadas. Se requiere con urgencia una estrategia nacional articulada y sostenida, que integre acciones de prevención real en los territorios, regulación efectiva del entorno digital, intervención comunitaria, judicialización rigurosa y fortalecimiento institucional con enfoque diferencial. Proteger a la niñez y a la juventud no es solo un deber legal o una política sectorial: es una responsabilidad colectiva y una urgencia ética, política y estructural del Estado colombiano. En un país que busca la paz, ningún proceso de transición será legítimo mientras se siga reclutando a quienes deberían estar creciendo, soñando y construyendo vida en libertad.
[1] https://www.defensoria.gov.co/web/guest/-/21-casos-en-cuatro-meses-el-reclutamiento-infantil-no-cede-en-colombia?redirect=%2F
[2] Ibíd
[3] https://caracol.com.co/2025/05/11/alarma-cada-vez-mas-el-creciente-reclutamiento-de-ninos-en-colombia-scott-campbell-representante-de-onu-ddhh/
[4] https://indepaz.org.co/los-influencers-de-la-guerra-reclutamiento-a-menores-a-traves-de-redes-sociales/
[5] Ibíd
[6] https://www.youtube.com/watch?v=OaFF4Ph-NFE
[7] https://cambiocolombia.com/conflicto-armado-en-colombia/radiografia-de-un-conflicto-sin-fin-en-el-catatumbo