Las víctimas del ocho de enero viven
Ex alcalde del municipio, candidato a la alcaldía, profesores, ama de casa, menor de edad, empleados, jornaleros, campesinos, personas del común que departían en lugares públicos del día 08 del mes de enero del año de 1999. Y hasta allí les llegó la muerte.
Apareció un grupo de paramilitares al mando de Julián Bolívar quienes venían con la orden expresa de matar a todo el que estuviera en el camino porque hacían parte de la guerrilla de las Farc. Esa fatídica noche llegaron al puerto del municipio y entraron por la calle principal donde empezaron el recorrido de la muerte. Llegaron a los billares «Puerto Colombia» donde masacraron a sus primeras víctimas, en la calle siguieron con el terror asesinando a transeúntes que a las 10 de la noche se encontraban allí. Pasaron por la cantina «El Paraíso» donde dejaron huérfanos, viudas y novias comprometidas; se dirigieron a la discoteca «Los Espejos» donde terminaron su labor: terminar de masacrar otras personas hijos e hijas de San Pablo. Cumplieron su mandato. Sembraron el miedo y el terror entre la población.
Doce años después las familias aún no han tenido respuestas sobre sus seres queridos y sólo se quedaron con un auxilio fúnebre de $400.000 que les dio la gobernación de Bolívar para gastos mortuorios.
Las familias se sienten solas, desamparadas de las Leyes y de la justicia y ni siquiera han podido dignificar el nombre de sus seres queridos porque el autor intelectual en versión por la Ley de justicia y Paz anotó que ellos tenían plenamente confirmado que estas personas hacían parte de las guerrillas de las Farc.
Es bien claro la omisión y la complicidad que tuvo esta operación paramilitar con la policía y el ejército de Colombia porque no defendieron en ningún momento a la población civil del ataque. Esto lo confirmó también en versión Julián Bolívar.
Que siga viva la memoria de nuestras víctimas como la llama de la luz que alumbran nuestras esperanzas.