¿Autodefensas, Paramilitares o Narco-milicias?
Para iniciar el debate es trascendente definir y caracterizar mediante ejemplos a los grupos de autodefensas como así también a los paramilitares.
Tras del proceso de desmovilización de las auto denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el 2005 y su reconfiguración en los años posteriores queda una importante reflexión en el aire ¿realmente fueron autodefensas o paramilitares? o ¿simplemente fueron grupos armados al servicio del narcotráfico y de personas poderosas?
Para iniciar el debate es trascendente definir y caracterizar mediante ejemplos a los grupos de autodefensas como así también a los paramilitares.
Las autodefensas del Perú
En la década del 80, el Perú enfrentaba un problema muy grave de violencia rural producto del accionar, por un lado del grupo guerrillero Sendero Luminoso y por el otro de las Fuerzas Militares. Como resultado de ello más o menos entre 600.000 a 1.000.000(1) de campesinos tuvieron que huir hacia las ciudades.
A raíz de ello se formaron asociaciones rurales o autodefensas. «Estos grupos se organizaron a la usanza militar y seguían un esquema de rotación en el que participaban todos los adultos de las áreas involucradas; su misión consistía en impedir que Sendero Luminoso entrara a sus tierras, hacer que saliera de ellas y, en caso de ser necesario, enfrentarlas físicamente.»(2) Las mismas fueron reglamentadas y legalizadas mediante dos órdenes ejecutivas 740 y 741, permitiendo que el aparato militar las utilizara para confrontar a la subversión en el campo.
Estas organizaciones de autodefensas campesinas lograron un reconocimiento constitucional, a través del artículo 141, gracias a la derrota que le propinó a Sendero Luminoso en el campo. Actualmente existen unos 4.200 comités en funcionamiento(3) y tienen en sus filas más de unas 6.000 escopetas aunque se sabe que tienen armas mucho más modernas que esas para su defensa en las áreas rurales del Perú.
Lo interesante de todo esto es que las autodefensas en Perú todavía existen a pesar de que Sendero Luminoso haya desaparecido, y la principal de razón de ello es que su presencia se hace indispensable para evitar el regreso del grupo guerrillero a las áreas rurales.
En Colombia, en la década de 1960 y bajo la presidencia de Valencia, se permitió la conformación de las denominadas autodefensas como una manera de hacer frente a la guerrilla. 20 años después durante la presidencia de Barco se vuelven ilegales ya que bajo esos nombres comenzaron a operar bandas armadas al servicio de los principales carteles de la droga.
Incluso así lo afirma la sentencia(4) de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 15 de septiembre del 2005 cuando expone que «en el marco de la lucha contra los grupos guerrilleros, el Estado impulsó la creación de grupos de autodefensa entre la población civil para auxiliar a la Fuerza Pública en las operaciones antisubversivas. Sin embargo, en el siguiente párrafo reconoce que hacia la década de los ochenta estos grupos comenzaron a cambiar sus objetivos y se convirtieron en grupos de delincuencia, comúnmente llamados paramilitares.
El Paramilitarismo en el Salvador
De 1960 hacia 1989 se produce la guerra civil salvadoreña entre el grupo guerrillero FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional) inspirado en la revolución sandinista de Nicaragua. El gobierno decide formar los famosos Escuadrones de la muerte (llamados 00) dentro del cual se encontraba el Ejército secreto Anticomunista (ESA) como uno de los principales grupos de contrarrevolucionarios al mando de las fuerzas militares salvadoreñas.
Esos escuadrones de la muerte eran verdaderos paramilitares ya que fueron creados por los sucesivos gobiernos y los responsables de las fuerzas armadas. Incluso muchos de sus integrantes eran suboficiales y oficiales en servicio de la Fuerzas Armadas.
En 1984 comienzan las negociaciones de paz bajo la presidencia de José Napoleón Duarte con el FMLN, Guillermo Ungo y Rubén Zamora fueron los representantes de la organización subversiva. Cuando lograron firmar la paz, el gobierno salvadoreño se comprometió a desactivar los grupos paramilitares que funcionaban bajo su control, promesa que cumplió hacia mediados de 1989.
Colombia, ni lo uno ni lo otro.
Los casos de Perú y El Salvador evidencian que la denominación que la Ley 975 del 2005, conocida como la Ley de Justicia y Paz, le dio a las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) como «autodefensas», al igual que, el término que se utiliza comúnmente tanto en la literatura como en la opinión pública para referirse a dicha organización como paramilitares , no se ajusta plenamente al caso colombiano.
Las características enunciadas no se aplican a estos grupos armados en Colombia. Primero porque las AUC disponían de un poder ofensivo que era innecesario para un grupo que se consideraba autodefensas, además de que buscan disputarle el control territorial a la guerrilla mediante el enfrentamiento directo o indirecto a través de masacres y asesinatos selectivos contra la población civil y segundo, más allá de la complicidad de las fuerzas militares en relación a las AUC, estas no fueron creadas por el Estado colombiano sino que fue una iniciativa privada, esto lo demuestra el hecho de que el gobierno de Álvaro Uribe tuvo que negociar con las AUC para su desmovilización.
Sabiendo que no eran autodefensas ni paramilitares entonces el interrogante que surge es ¿qué fueron entonces? Y ¿que son ahora? La respuesta no es fácil pero teniendo en cuenta la evidencia analizada particularmente de los libros de Camilo Echandía, Jenny Pearce y Ángela María Puentes Marín,(5) se desprende una fuerte vinculación con el narcotráfico desde sus orígenes, incluso estos autores afirman que fueron los ganaderos y los narcos los que los crearon para defender sus intereses económicos y territoriales frente a la guerrilla.
Otro elemento que contribuye al debate es el hecho de que la mayoría de sus líderes fueron extraditados a los EE.UU para ser juzgados por delitos de tráfico de drogas; que en reiteradas ocasiones sus frentes atacaron a la fuerza pública cuando esta se disponía a extinguir el derecho de propiedad sobre los inmuebles de los capos de la droga; que las zonas donde operaban estos grupos coincidían con áreas estratégicas para la producción, transporte y salida de estupefacientes. Incluso existieron fuertes combates entre ellos mismos con el fin de apoderarse de corredores vitales de la droga.
Entonces se puede decir que en realidad lo que estos grupos representaban eran unas Narco-milicias o sea grupos armados al servicio del narcotráfico que luego intentaron apoderarse del negocio, eso explica las fuertes disputas al interior de las AUC.
Incluso se puede afirmar que lo que hoy se denomina BACRIM (bandas criminales) no es otra cosa que la continuación de estas Narco-milicias pero un poco más reducidas, más especializadas y menos visibles que las anteriores.
Finalmente, y a raíz de lo planteado, se identifica como contradictorio lo que hizo el gobierno de Álvaro Uribe al negociar con este grupo armado, que bajo el pretexto de la lucha anti subversiva ejercieron como narco milicias, pero que gracias a la Ley 975 del 2005, conocida como ley de Justicia y Paz, lograron evitar cualquier proceso penal ordinario que atentará contra sus intereses.
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(1) Hugo Frühling y Joseph S. Tulchin. Crimen y Violencia en América Latina. Bogotá. Fondo de Cultura Económica. 2005. Pág. 195.
(2) Ídem.
(3) Op. Cit. Pág. 196.
(4) Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso de la «Masacre de Mapiripán» vs. Colombia. Sentencia del 15 de septiembre del 2005.
(5) -Echandía, Camilo. El conflicto armado en Montes de María y en el Suroccidente colombiano. En Dos Décadas de Escalamiento del Conflicto Armado Colombiano. Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2006.
-Jenny Pearce. Más allá de la malla perimetral: el petróleo y el conflicto armado en Casanare. Colombia, Bogotá, CINEP, 2005.
-Puentes, Angela María. El Opio de los Talibanes y la Coca de las FARC. Transformaciones de las relaciones entre actores armados y narcotráfico en Afganistán y Colombia Uniandes-Ceso 2006.