“Hemos resistido en el territorio a pesar de todo” Recorrido humanitario en el Bajo Cauca Antioqueño
Del 26 al 28 de septiembre de 2024, diversas organizaciones de derechos humanos realizamos un recorrido humanitario por la paz, como estrategia colectiva para la protección y autoprotección de la vida. Este recorrido se realizó en el corregimiento de Puerto López del municipio de El Bagre en el Bajo Cauca Antioqueño, visitando territorios indígenas y rurales, como la comunidad indígena Los Almendros II, el resguardo Los Almendros, y las veredas Arenas Blancas, La Capilla, La Borrachera, El Alto de Berrugoso, entre otras.
Es importante mencionar que el contexto de la subregión del Bajo Cauca ha estado marcado por la violencia estructural y el conflicto armado que ha generado diferentes crisis humanitarias en los últimos años. El territorio ha estado inmerso en un continuum de violencia de los diferentes actores armados que ejercen el control territorial a través del accionar militar que deja en medio a la población civil.
Por lo anterior, el camino por el territorio fue de la mano de las comunidades habitantes indígenas, campesinas y afrodescendientes, con las cuales se logró establecer una serie de acciones simbólicas y de reflexiones alrededor de lo humanitario, entendido como las acciones encaminadas a la protección y autoprotección, al cuidado y al fortalecimiento de las comunidades a través del acompañamiento, de la visibilización y del llamamiento a todos los grupos armados legales e ilegales a respetar la vida e integridad de la población civil, fortaleciendo el tejido organizativo y social, e impulsando los 13 mínimos humanitarios promovidos por la Mesa Humanitaria y de Paz de Antioquia.
En el marco de esta acción humanitaria, la misión tuvo conocimiento de hechos como el desplazamiento forzado causado por grupos armados ilegales y la fuerza pública responsable por acción y/u omisión; el minado del territorio que impide el cultivo y la movilidad segura; el temor generalizado por la presencia de actores armados; el confinamiento y las restricciones impuestas para la movilidad; el riesgo de reclutamiento forzado (especialmente de jóvenes); las amenazas a los liderazgos comunitarios e indígenas; la contaminación ambiental por minería ilegal; y las afectaciones a la autonomía indígena y a las prácticas tradicionales.
Todo lo anterior convive con la diversidad que se ejemplifica en el lugar: su paisaje biodiverso, que entremezcla el sonido de las ranas, de las guacamayas, de la mañana y de las montañas; la presencia también diversa de los grupos armados; y la ejemplificación de la diversidad étnica del país junto con la mirada decidida que tienen sus habitantes por permanecer en el territorio en dignidad, deseosos de que se materialicen y garanticen sus derechos. Así lo enuncian algunos de sus pobladores:
“Hemos resistido en el territorio a pesar de desplazamientos, otra vez retornamos. Esta zona está en reparación colectiva, que va muy lenta, pero tenemos fe en dios que se pueda cumplir el objetivo de las 26 medidas que están desde la Unidad de Víctimas”.
«Como comunidades indígenas buscamos articular con las comunidades campesinas y afrodescendientes para dar cuenta por medio de acciones simbólicas que estamos para vivir mucho tiempo aquí en el territorio”.
En este sentido, durante el recorrido realizamos una demarcación simbólica con banderas blancas y pasacalles en los que se lee el siguiente mensaje:
Hacemos un llamado por la paz y la autonomía de nuestras comunidades. Queremos el cese al fuego, el respeto a la vida; no más minas, ni reclutamiento forzado. Pedimos el fin del desplazamiento y la violencia de género.
En este llamamiento comunitario se recogen los 13 mínimos humanitarios en mención, y con ello la participación de organizaciones sociales, comunidades de fe, autoridades indígenas, afrodescendientes y líderes y lideresas campesinas y sociales.
De esta manera, se refleja la complejidad de la situación humanitaria en el Bajo Cauca, la urgente necesidad de materializar acciones concretas para proteger a la población civil y de reconocer colectivamente que defender la vida es #Imprescindible.
Terminado este recorrido y en lectura permanente del territorio por parte de las organizaciones defensoras de derechos humanos, esperamos que ese amor por la tierra, esa digna convicción de la paz y las maneras dialógicas que han concretado las comunidades, permitan dar cumplimiento al deseo de uno más de sus pobladores: “Llegó el momento de seguir adelante; el conflicto no nos puede amedrentar. Seguimos adelante cada día con la esperanza de buscar el cambio y de que nuestras infancias y jóvenes puedan vivir en un país mejor”.