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Hallazgos sobre los impactos psicosociales y efectos transgeneracionales del conflicto armado en la vida de las niñas y niños

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El pasado 10 de abril, Humanidad Vigente, el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos -capítulo Arauca- (CPDH) y la Asociación de Mujeres Desplazadas del Meta (ASOMUDEM), presentaron ante la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición (CEV) el informe: ‘Estudio de caso: Impactos psicosociales y efectos transgeneracionales del conflicto armado en la vida de las niñas y niños’, en el marco del proyecto ‘Memorias y huellas del conflicto armado en la vida de las niñas, niños, impactos transgeneracionales’, en el que el protagonismo lo tienen hombres y  mujeres que siendo niños y niñas fueron víctimas directas del conflicto armado, y su generación posterior..

En este espacio de diálogo por parte de la Comisión de la Verdad (CEV) participaron el Comisionado Carlos Beristain; la Coordinadora del Enfoque Psicosocial, Dora Lancheros; la coordinadora del capítulo de niñas y niñas  Diana Britto, y los coordinadores de las macro regionales del oriente y nororiente  Ricardo Villamarín y Jeannette Villegas, entre otros funcionarios; y desde los territorios se escucharon testimonios y voces de víctimas de masacres de  Mapiripán y el Planchón (Meta-Vichada) y de la zona rural del  municipio de Tame, de un sinfín de hechos victimizantes.   

Durante la presentación, los efectos transgeneracionales del conflicto armado evocaron las voces de una generación de niños y niñas hijos de víctimas. Son niñas y adolescentes entre los 11 y 17 años de las regiones, quienes coincidieron en momentos y recuerdos dolorosos para sus familiares al vivir el conflicto armado directamente, viéndose obligados a desplazarse, a dejar su familia, sus amigos, sus pertenencias y sus tierras, por el miedo y la falta de garantías para vivir con tranquilidad. De allí que reclamen una restauración para quienes eran niños, niñas y jóvenes en aquella época en que la violencia golpeó su territorio, además de que su historia como víctimas sea conocida y contada por ellos mismos. 

Las voces adultas coincidieron con las voces de los niños y las niñas, pues las palabras de estos eran el reflejo de lo que a ellos les hubiese gustado expresar cuando eran pequeños. Sea en Arauca o sea en el Meta, el conflicto armado afectó de manera basta dejando daños irreparables en las personas, dejando expuestos a niños y adultos de la época a la violencia, el maltrato, las humillaciones, el desplazamiento y la desaparición forzada, el abandono y las rupturas familiares. Sus proyectos de vida fueron arrebatados junto con sus familiares y las oportunidades de seguir adelante. Los efectos transgeneracionales han pasado como lecciones a sus hijos quienes han aprendido a callar y mentir para proteger su vida, pero también ha hecho que los niños y las niñas se carguen de tristeza, de rencor y de rebeldía. Sin embargo, participar en la elaboración del informe y en la presentación del mismo “ha sido importante porque hemos podido hablar y compartir lo que antes se callaba por miedo y porque no había personas que escucharán las historias”, dijo una de las víctimas participantes. 

Y es que la percepción de quienes son niños y niñas, y de quienes lo fueron y ahora son adultos, sobre el conflicto armado, no es lejana a la realidad. Según se enunció en la presentación, uno de cada cuatro desplazados, es un niño o niña; además del reclutamiento forzado, las amenazas, la violencia sexual y los ataques a las escuelas, escenarios a los que también están expuestos. La violencia ha generado impactos psicosociales y efectos transgeneracionales a nivel individual y general, pues aunque una persona sea sujeto de un hecho victimizante, su familia, sus vecinos, su agrupación, su vereda y demás, también viven dicha afectación.

En Arauca existe el registro de 44.349 víctimas menores de 18 años, mientras que en el Meta el registro es de 71.504 víctimas del mismo grupo etario, como lo señaló durante la presentación uno de los autores del informe. Las regiones y en específico, los municipios de Tame y Mapiripán tienen similitudes en la poca presencia Estatal y niveles de pobreza, inequidad, desplazamiento y reclutamiento de niños, niñas y jóvenes. Características que se han mantenido por años, reafirmando los efectos transgeneracionales como el temor y los miedos heredados, los pactos de silencio y las mentiras, el desconocimiento de la historia y sus raíces, la impunidad y la estigmatización, y la sobreprotección por parte de los adultos a los niños y niñas.

La poca presencia del Estado en algunas regiones no ha sido el único problema, pues este también ha invisibilizado la voz de los niños, niñas y jóvenes en su proceso de construcción de paz y memoria. Los efectos transgeneracionales son impactos invisibles por el Estado, se tiende a ver a la niñez como alguien que sufre el momento, pero no más allá, y este informe demuestra todo lo contrario, pues los impactos se ven a mediano y largo plazo, ya que se lucha para no enfrentar la situación con el silencio producto del miedo, como destacó el Comisionado Carlos Beristain. El derecho a la tranquilidad, el derecho a vivir sin miedo, el mismo derecho a ser niño y no perder esa etapa por el conflicto, el derecho a tener y vivir con una familia, son el clamor porque se garantice el cumplimiento de los derechos humanos vistos desde la niñez. 

“Es el Estado el que ha destruido la confianza (…) son las políticas del Estado, es la guerra, es la falta de atención lo que quiebra esa confianza y es sentimiento de inseguridad”, dijo el Comisionado Beristain. De allí que el informe es insumo para los aportes y recomendaciones que hace la Comisión al país, sobre las políticas de niñez en los territorios. De igual manera y como destaca Diana Britto, quien forma parte del equipo del Capítulo de niños, niñas y jóvenes que elabora la CEV, participar en la elaboración del informe supuso ser un ejercicio sanador para las víctimas y un recurso a tener en cuenta para la elaboración del capítulo mencionado. 

Desde la Coordinación del Enfoque Psicosocial, Dora Lancheros, ratificó lo valioso del informe no solo por su elaboración, sino por la movilización a romper con los silencios a nivel personal, familiar y general, pues “no se puede seguir en no permitirse hablar de lo que ha significado vivir hechos tan extremos”, dijo la coordinadora. Desde la representación territorial en cabeza de Jeannette Villegas por Arauca y Ricardo Villamarin por el Meta, se agradeció el trabajo y el apoyo en las regiones, recogiendo un sentir sobre que la indignación, el miedo y a resignación se deben superar para poder dignificar los derechos de las víctimas, los derechos de los niños y niñas.

Para cerrar la presentación los niños, niñas y adolescentes recalcaron una vez más la importancia de recibir apoyo psicosocial y una reparación integral, que sus voces puedan ser escuchadas, haya un esclarecimiento de los hechos, se den garantías para vivir dignamente y dejen de ser estigmatizados como víctimas. Las recomendaciones se deben encaminar en la búsqueda de acciones integrales para niños y niñas en las cuales el Estado haga presencia y les de una verdadera importancia.

El 12 de abril, el Comisionado Carlos Beristain, escribió en el blog de la Comisión de la Verdad, en la entrada ‘Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad’, la publicación ‘Nosotras’, alusiva a la presentación del informe y a la cual pueden acceder pulsando sobre el nombre destacado o en el siguiente enlace:

https://comisiondelaverdad.co/actualidad/blogs/nosotras-una-maleta-colombiana 

 


 

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