El Mapiripaz italiano
Para que Mapiripán sea evocada como Mapiripaz no basta con que le cambien el nombre, como lo pretende la olímpica multinacional italiana de palma de aceite que opera en el sector y pauta en grande en cuantos medios de comunicación le han cogido la caña.
Escrito por Por: Nicolás Rodriguez / Para el Diario El Espectador |
No hace mucho El Tiempo sacó un artículo con las voces de algunos de los protagonistas de esta nueva oleada de espíritu positivo. Sobresalió la de Nelson López, director ejecutivo de la Fundación Poligrow, quien se refirió a lo “noble” y “trabajadora” que es la gente de Mapiripán. Del lado del Ejército, que como se recordará nada hizo cuando pudo para detener la masacre paramilitar, tambiénse dijo alegremente que es hora de pasar a Mapiripaz.
Otros medios informativos, más cautos, han alertado frente a lo que implica que una enorme empresa trabaje en tierras que sobre el papel le vendrían mejor a los campesinos e indígenas. Del lado de la megaempresa, en cambio, todo es camaradería y buena onda. Con la vieja estrategia del divide y reinarás, han acudido a algunos indígenas (cuya comunidad está que desaparece) para que promuevan con videítos y entrevistas los beneficios de tanta maravilla (hasta Macondo se llama la hacienda).
Lo de hacer referencia a una hipotética comunidad (“la comunidad quiere la empresa”, “la comunidad crece con el bienestar”) es rastrero y tramposo hasta para un país con el segundo número de desplazados en el mundo (seis millones de comunidades, para ponerlo en el lenguaje empresarial que tanto nos gusta promover).
Entre tanto, hay amenazas a reclamantes de tierra en la zona y faltan sentencias para que se pueda pasar a Mapiripaz. Por ejemplo, la condena de 40 años de prisión a Daniel Antonio Úsuga (Otoniel), del Clan Úsaga, por su participación en la masacre del 97, es un recorderis de cómo la impunidad es el tapete sobre el que se cuecen las posibilidades económicas del posconflicto.