Decálogo de razones para encontrarse por la paz de Colombia
De enero a mayo de este año murieron 167 miembros de la fuerza pública, 108 de ellos militares y 59 policías. En el 2010, 460 militares y policías murieron en combates con las guerrillas en Colombia.
1. Una mujer negra, desplazada, reiteradamente victimizada, aborda un autobús, quiere llegar a su casa de barrio popular de Medellín, después de una larga jornada de reclamos de tierra y de justicia. Un sicario, su sicario, se sube también al transporte y se sienta justo detrás de ella, no la conoce y no le importa, le han pagado para matar. El vehículo inicia su atropellada marcha, las balas no se escuchan mientras se descargan, la gente no entiende, alguien grita – la mataron-, nadie entiende nada. La brisa fresca de la ciudad se mete por la ventana rota por el plomo , mientras que la vida se le escapa a Ana Fabricia por los agujeros de la muerte.
2. Quince hombres sentados, intercambian noticias y recuerdos familiares mientras comen, están armados, uniformados, son policías. La vereda donde están se llama El Mango, en las montañas de Argelia, Cauca. El puesto policial está ubicado entre las viviendas civiles del caserío, no está adecuado para recibir un ataque, ellos lo saben. Los guerrilleros que se acercan también. Están tensos y mojados por el sudor de la marcha y el peso de las municiones y los fusiles de asalto. Tienen una misión, un objetivo para emparejar las cifras de la guerra. Una granada que ahuyenta el silencio representa la última cena de cuatro de los policías, otros 10 quedan heridos. Se inicia uno de los más recientes combates de esta guerra cotidiana. La lluvia y el cielo ennegrecido indica a los policías que nadie vendrá desde el aire en su ayuda. El pueblito atemorizado se refugia debajo de las camas. La suerte está echada, hasta el final de las balas.
3. El Río Tamar es un bello río de montaña, nace en la serranía de San Lucas, sus aguas fuertes, corrientosas, llenan de vida a los campesinos que aún quedan en esta zona del nordeste antioqueño. La guerra y la desatención oficial han ido acorralando y sacando de su tierra a esta gente. Por los caminos los colonos no van solos, son 20 los muertos a manos del ejército por estos lares desde el primer mandato de Uribe. Por estos días hasta acá llegó el miedo de nuevo y se instaló en las cabezas y los estómagos de los pobladores. La fuerte presencia guerrillera en la parte alta, la llegada de un ejército «invisible» y los constantes sobrevuelos auguran guerra. La primera bomba cayó sobre Caño Dorada a eso de las 11 de la noche del último día de Mayo, su potencia estremeció todas las veredas, todas las fincas y todas las casas campesinas. Era tan grande la bomba y su estruendo que el ruido posterior de los helicópteros y sus ametralladoras descargándose sobre la selva parecía un ronquido insignificante. La segunda dosis de bombas cayó del cielo el tres de Junio a la misma hora. Desde entonces, cada vez que se escucha el ruido lejano de los aviones en medio de la noche, desde Puerto Nuevo Ité hasta Ojos Claros, sus habitantes callan y levantan la mirada esperando el momento, entonces el silencio del miedo se hace mucho más grande que el ruido de las aguas del Tamar, estrellándose contra sus rocas.
4. Un Juzgado Promiscuo de Montelíbano (Córdoba) acogió el acervo probatorio presentado por la Fiscalía y sentenció a 31 años y seis meses de prisión a un oficial, a un suboficial y a cinco soldados profesionales del ejército colombiano, por el asesinato de tres campesinos en el también municipio cordobés de Puerto Libertador. El 20 de junio de 2008 en el corregimiento Juan José, tropas del batallón Rafael Uribe Uribe reportaron la muerte de Héctor Espinosa Moreno, Hernán Espinosa Rodríguez y Edison Alzate Pulgarín, durante un supuesto combate con el frente 18 de las Farc, e informaron sobre la incautación de tres revólveres, dos granadas de fragmentación y uniformes de uso privativo de las Fuerzas Militares. Un sobreviviente al ataque declaró ante un fiscal de la Unidad Nacional de Derechos Humanos y DIH, que los militares mediante engaños los llevaron al lugar de los hechos, donde les dispararon y luego vistieron los cuerpos con trajes camuflados. Los militares fueron halladas responsables del delito de homicidio en persona protegida, pero no están en la cárcel, se encuentran detenidos en guarniciones militares.
5. Según los datos más recientes del Ministerio de Defensa, de enero a mayo de este año murieron 167 miembros de la fuerza pública, 108 de ellos militares y 59 policías. El mismo presidente colombiano Juan Manuel Santos reveló, en diciembre de 2010, que unos 460 militares y policías habían muerto ese año en combates con las guerrillas. En los enfrentamientos del año pasado también resultaron heridos más de 2.000 miembros de las fuerzas de seguridad, agregaba Santos, que lamentó el elevado número de víctimas, paradójicamente, durante un acto de reconocimiento en Bogotá a militares mutilados en la guerra.
6. Las estadísticas de bajas guerrilleras son bastante contradictorias, pero un recorrido de fuentes las cifran en centenares anualmente. Los enfrentamientos militares contra el ELN y las FARC, entre el 2002 y 2009, por iniciativa de la fuerza pública fueron de 11.354, durante el periodo de la política de Seguridad Democrática de Uribe que negaba el conflicto armado, esto equivale a 4.5 acciones bélicas por día durante siete años. La nueva táctica militar basada en tecnología de inteligencia, soborno de contrincantes, presiones indebidas sobre sus entornos familiares, pago de recompensas y finalmente bombardeos inteligentes ha logrado dar a de baja a por lo menos 100 comandantes de alto y medio rango de las FARC en los últimos años del conflicto armado.
7. Se estima que en nuestro país hay 4 millones y medio de desplazados, el 10% de su población total. Los desplazamientos masivos se dieron muchas veces después de una masacre de personas inermes e inocentes. También se estima que a estas personas, en su mayoría campesinos, negros e indígenas se las ha despojado de unos 7 millones de hectáreas de tierra, lo que representaría tal vez el proceso de despojo, de concentración de tierra de forma violenta y de contrarreforma agraria más grande del mundo.
8. Durante el 2010 en gastos de defensa, es decir, en guerra, se invirtió el 14,2% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Se destinaron para tal efecto unos 21,12 billones de pesos (unos 11.057 millones de dólares). Colombia además recibe en promedio 1´680.555 dólares diarios de «ayuda» militar por parte de los Estados Unidos. Colombia tiene 438.000 militares activos actualmente, cuenta también con 120.000 reservistas, para un total de 558.000 efectivos. Colombia ocupa el puesto 12 en la lista de ejércitos más grandes a nivel mundial. Además el país cuenta con 162.000 policías y 7.100 funcionarios del DAS, la policía política. Decenas de miles de colombianos trabajan en el pujante negocio de la seguridad privada. Se estima que con el gasto anual en guerra se podría cubrir todo el gasto público en salud, darle vivienda propia a 360 mil familias y becar a 6 millones de niños en la escuela pública.
9. Nuestra guerra corresponde a un irresuelto conflicto político, social y armado que debe ya encontrar una salida. Algunos consideran que la guerra es una experiencia universal que comparten todos los países y todas las culturas. Según Sun Tzu, «La guerra es el mayor conflicto de Estado, la base de la vida y la muerte, el tao de la supervivencia y la extinción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente». Clausewitz, uno de los mayores teóricos de este asunto, consideró que «la guerra es la continuación de la política por otros medios». Después de 60 años de confrontación está claro que la salida militar está agotada y que la guerra prolongada, también aquí, corresponde a una perversa forma de ejercer el poder político y económico por parte de una elite de beneficiarios, minoritaria en nuestro país.
10. Se acaba de lanzar en Bogotá el «Encuentro nacional de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes por la tierra y la paz de Colombia» que se realizará en el mes de agosto en Barrancabermeja, una iniciativa de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra – ACVC, propuesta que cuenta ya con el respaldo de importantes sectores políticos y sociales dentro y fuera del país. En las palabras de presentación del encuentro, el provincial de la Compañía de Jesús, el sacerdote Francisco de Roux, decía que observa el comienzo de un salto cualitativo en las iniciativas hacia la paz de Colombia, poniendo como ejemplo de este salto el otorgamiento, por parte de sectores importante del establecimiento, del Premio Nacional de Paz a la ACVC, el año anterior. También mencionaba como parte de este salto la eventual ley de tierras y la recientemente legislada ley de víctimas, teniendo en cuenta, decía, todas sus falencias y debilidades.
Es necesario también apreciar, por un lado, los mensajes relativamente recientes de las guerrillas, FARC y ELN, expresando su disponibilidad para el diálogo, la manifestación de las FARC de querer interpretar estas legislaciones sobre víctimas y tierras como la cuota inicial de la paz «si se hacen bien», así como su llamado, por primera vez, a la movilización ciudadana por la paz como método fundamental para alcanzarla. Del otro lado, dimensionar como el enfrentamiento interno entre los sectores que configuraron el modelo de estado mafioso que dejó Uribe y los que optan por un convencional «estado de derecho» en Colombia es cada vez más intenso. Estos elementos, sumados a la movilización por la paz podrían ser no solo buenos augurios, sino que posibilitarían ese salto cualitativo y un nuevo acercamiento de la sociedad colombiana hacia la paz. La tesis de que la opinión pública no comparte la salida política no puede imponerse en el debate sobre la guerra y paz. Dar a conocer los beneficios de la salida política y la paz hace parte del camino hacia esta. La paz, al contrario de la guerra, es incluyente, pues los beneficiarios de la paz posible seremos todos. Dejo dicho también Sun Tzu en su obra que «no hay ningún ejemplo de un país que se haya beneficiado por un prolongado estado de guerra». El diálogo es la ruta. Movilicemonos todos por la paz.
Comunidades Campesinas, Afros e Indígenas le apuestan al diálogo por la paz