Colombia un país en deuda con las mujeres
A lo largo del conflicto social y armado que vive el país, la violencia contra las mujeres y las niñas no ha cesado; graves actos de barbarie sistemáticos e invisibilizados se han cometido y se siguen cometiendo sobre el cuerpo y la libertad de las mujeres. Esto debería llevarnos a una profunda reflexión, sobre cuál es el papel que estamos jugando como sociedad al ser cómplices por medio del silencio, de los actos crueles que tienen que soportar las mujeres y las niñas a lo largo de su historia.
Los esfuerzos que se hacen desde las instituciones del Estado son insuficientes ante el alto número de violencias que se presentan en contra de las mujeres y las niñas, sobre todo cuando estos delitos son con ocasión al conflicto armado. Un crimen como la violencia sexual que ha sido invisibilizado a lo largo de la historia debe ser tratado de manera responsable por las instituciones a las cuales se les ha encomendado esta tarea, debido a que continua siendo un delito silencioso que afecta tanto a mujeres como a niñas, la mayoría de las víctimas no se atreven a denunciar por temor, por vergüenza, por desconocimiento de las rutas a seguir en caso de una violación, o simplemente porque en sus comunidades y territorios un delito como este es visto de manera «natural».
Según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, durante el 2012 a ocasión del conflicto armado «el número de mujeres víctimas de violencia sexual en contextos asociados a la violencia política aumentó en 81,69 % comparado con el año 2011, pues mientras que en este año 71 mujeres fueron víctimas de violencia sexual, en el 2012 esta cifra ascendió a 129 mujeres». De este grupo de mujeres y crímenes cometidos en 2012 » de las mujeres que identificaron como presunto agresor a un miembro de un grupo armado, 10 afirmaron que pertenecía a la guerrilla (13,7%), 40 a la fuerza pública (54,8%), 16 a grupos paramilitares y narcotraficantes (21,9%) y 7 a grupos de seguridad privada (9,6%) «.
Estas preocupantes cifras, se suman al alto grado de impunidad que impera en el país y hacen de este delito un crimen de dimensiones inconmensurables. Mientras delitos como este no tengan prioridad para el gobierno nacional, las mujeres seguirán contando historias de terror y dolor, muchas de las cuales siquiera lograremos recordar. Según estadísticas de la página de la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas con corte el primero de noviembre del 2013, 106 personas han reportado ser víctimas de delitos contra la libertad y la integridad sexual. De estos, 90 son mujeres. Hasta el primero de noviembre del 2013, las mujeres representan el 84,9% de las víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado colombiano.
Pero no solo la violencia sexual afecta a las mujeres colombianas, las amenazas, las torturas, la desaparición forzada, los feminicidios, la prostitución forzada, las agresiones físicas, psicológicas, la esclavitud para la servidumbre y otras maneras de atentar contra el cuerpo y la dignidad de la mujer, configuran una continuidad en prácticas propias del patriarcado que predomina en los campos y las ciudades.
Humanidad vigente se solidariza con todas las mujeres víctimas de algún tipo de violencia sobre su vida, y exige, al gobierno nacional a hacer efectivas las rutas de prevención y protección para las mujeres y las niñas rurales, de igual manera hacemos un reconocimiento especial a todas las mujeres defensoras de derechos humanos, las cuales se ven día a día enfrentadas a un sistema machista y patriarcal, el cual obra sobre el cuerpo de ellas de manera violenta y silenciosa, como lo demostró, el programa Somos Defensores en su informe del primer semestre de 2013 mediante el cual se establece que; «en el primer semestre del 2013 se reportó un aumento del 2,33 % de agresiones contra mujeres defensoras de derechos humanos comparado con el mismo periodo del año 2012 y del 25,7 % con respecto al primer semestre del 2011».