#9abril / Recordando a las niñas y niños víctimas del conflicto.
«Allí se produjo el último rasgo de la más fina y delicada ternura, cuando Natalia empacó algo de ropa para que su hermanito Santiago la llevara en ese misterioso viaje que ella no alcanzaba a comprender. Con ese precioso gesto de inocente ternura se cerró la vida de Natalia, de Santiago y de Alfonso. Segundos después, sus cuerpos serían desmembrados y sepultados en pedazos en aquellas dos estrechas fosas medio escondidas en el cacaotal. Varios de aquellos esclavos de la muerte confesarían después que sintieron revolverse su conciencia y comprendieron que jamás podrían alejar de sí el tormento de esa macabra memoria. Natalia y Santiago, Alfonso y Sandra emprendieron ciertamente un viaje sin regreso para alejarse del infierno creado por un Estado criminal, pero su ruta los llevaría a las estancias del Dios de la Vida donde la ternura inocente no es jamás tocada por la muerte. Desde ese Reino de la Vida nos acompañan intensamente». JG. SJ.
Homilía en el quinto aniversario de la masacre de Mulatos y La Resbalosa, San José de Apartadó.
Los niños, las niñas y los jóvenes de esta Colombia, siguen creciendo en medio del terror y el dolor por falta de unas políticas públicas que garanticen el goce total de sus derechos, la corrupción se pasea por los pasillos del senado y el congreso, mientras la “mermelada” se reparte en las alcaldías como pan caliente. Niñas, niños y jóvenes siguen muriendo de hambre en las periferias de las ciudades turísticas e innovadoras y sieguen siendo explotados por el sistema de las locomotoras que atrae a turistas, inversionistas y contratistas, a abusar sexualmente de niñas, niños y jóvenes, mientras arrasan con sus territorios y planes de vida.
Colombia acabo de conocer el informe ¡Que dejen de cazar a las niñas y los niños! Un informe sobre violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en el marco del conflicto armado presentado por varias organizaciones defensoras de los derechos de las niñas, los niños y los jóvenes, entre ellas Humanidad Vigente, el informe arrojo una cifra aproximada la cual da cuenta que, entre 2008 y 2012 se registraron en el marco del conflicto armado por lo menos 48.915 víctimas de violencia sexual menores de 18 años, 41.313 niñas y 7.602 niños, en 1.070 municipios de los 1.130 existentes en el país, de acuerdo a las cifras 27 niños, niñas y adolescentes han sido agredidos sexualmente a diario en el territorio nacional en el marco del conflicto armado, durante el período referido.
Esa aterradora cifra se suma al terror que ya han vivido las niñas, niños y adolescentes víctimas del conflicto armado, a Jimy de 9 años, Jenny de 13 años y Jefferson Torres Jaimes de 6 años, agredidos dos de ellos en su integridad sexual y luego asesinados con la sevicia y la maldad del Teniente del ejército de Colombia, Raúl Muñoz Linares, en la Vereda Caño Temblador del municipio de Arauca en 2010, nunca los olvidaremos, siempre estarán presentes en nuestros corazones y su trágica partida nos llena de coraje para seguir luchando por una vida digna para las niñas y los niños de este país. También nos impulsan la memoria de Santiago Tuberquia de 18 meses, Natalia Tuberquia de 7 años y Deiner Guerra de 11 años, asesinados el 21 de Febrero de 2005 durante la masacre realizada en la vereda Mulatos Medios, corregimiento de San José de Apartadó y la Vereda La Resbalosa del municipio de municipio de Tierralta Córdoba, pertenecientes a la Comunidad De Paz De San José De Apartadó, cuya masacre donde perdieron la vida cinco personas más fue perpetrada por paramilitares en complicidad con el ejército nacional, y con todo el dolor y la nostalgia que anteñe el recuerdo, no podemos olvidar cuando se nombran a las niñas y niños víctimas de este conflicto armado el cual tiene poco de sensato y demasiado de ridículo, aquel 13 de diciembre de 1998 cuando a las 10:02 am, la tripulación del helicóptero UH1H 4407 de la Fuerza Aérea Colombiana lanzó un dispositivo cluster de tipo AN-M1A2, compuesto por seis granadas o bombas de fragmentación AN-M41A, sobre la calle principal de la Vereda Santo Domingo del municipio de Arauca, provocando la muerte de 17 personas, de las cuales seis eran niños y niñas, e hiriendo a otras 27personas, entre ellas 10 niñas y niños.
Historias de dolor e impunidad son las que han vivido y contado las nuevas generaciones de Colombia mientras van creciendo aferradas con dignidad al asfalto y la tierra donde nos tocó vivir, algunos rodeados por las balas del Estado que cobardemente se sigue atrincherando en las escuelas rurales y reclutando arbitrariamente en las esquinas de los barrios, en los paraderos de los buses, en las estaciones del metro, o las paradas del trasmilenio, a otros en cambio, les toca huir de las manos del paramilitarismo que se escabulle por las narices de la policía en Buenaventura o en Tumaco y hay de quienes también deben huir a la opción de cambiar un azadón por un fusil en los campos Colombianos.
En este día nos solidarizamos con las niñas, niños y jóvenes víctimas de cualquier afectación en el conflicto armado y con sus familiares y exigimos del Estado Colombiano realizar de manera urgente una política pública para prevenir que la niñez y la juventud sigan siendo víctimas de abusos en sus cuerpos, sus territorios y sus planes de vida.